Paul Auster, el niño que no tenía lápiz que se convirtió en un escritor colosal

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El fallecido escritor neoyorquino deja una extraordinaria obra en la que indaga en la identidad, lo inesperado, la soledad y la ambigüedad

03 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Yo no soy un filósofo, solo cuento historias». De esta forma, Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947) eludía interpretar su propia obra, poblada de personajes marginales y desorientados. En el 2017 le hice una entrevista a raíz de la publicación de 4 3 2 1, una monumental novela de casi mil páginas, en la que narra magistralmente las cuatro vidas posibles de Archie Ferguson, nacido como él en 1947 y nieto de un judío ruso llegado a Nueva York el 1 de enero de 1900. En ella afirmaba que la idea de escribirla le surgió mientras desayunaba en casa, pero no tenía un plan maestro, sino que iba improvisando según redactaba cada capítulo. «Escribí casi a ciegas, con la sensación de estar bailando como en un gran remolino, con frases que me empujaban hacia las siguientes», relataba el escritor neoyorquino. Este era el libro más ambicioso de su carrera, en el que llevó al límite una de sus obsesiones: responder a una pregunta que todos nos hemos hecho: ¿Qué habría pasado si hubiéramos actuado de forma diferente o no hubiera surgido algo inesperado? El novelista, pero también poeta, dramaturgo, traductor, crítico, ensayista, cineasta y guionista, ha fallecido en su casa de Brooklyn. Se podría decir que se ha ido a El país de las últimas cosas, el título de una de sus novelas, en la que describe un lugar en el que la búsqueda de la muerte ha reemplazado a los avatares y negocios de la vida.

Salido de tus sueños

Se ha reiterado que el azar juega un papel fundamental en la obra del autor de la Trilogía de Nueva York. «Yo no utilizaría la palabra azar, si el azar lo regulara todo, estaríamos suprimiendo la voluntad y el deseo humanos y la posibilidad de proponerse objetivos y tomar decisiones para conseguirlos. Lo importante es cuando sucede algo inesperadamente y te cambia la vida, a veces para bien y otras para mal, el camino que tomas se convierte en otro al que tenías planeado», dijo en la entrevista con La Voz. En otra incluida en el libro Experimentos con la verdad, apuntaba otra pista para descifrar su obra: «Si eres capaz de contar una historia que resuene con la misma fuerza que tiene para ti, es casi como si saliera de tus sueños».

El autor de El libro de las ilusiones, considerada su mejor obra de ficción, ha contado cómo se convirtió en escritor. Fue cuando tenía solo 8 años. Le encantaba el béisbol y era un gran admirador del bateador Willie Mays, de los Giants de New York. Un día lo tuvo cerca y no dudó en pedirle un autógrafo. El jugador accedió y le pidió un lápiz para firmárselo. Pero no lo tenían ni él ni sus padres ni nadie que estuviera próximo. «Lo siento, hijo», le dijo Mays. Auster se quedó sin su más preciado trofeo, el autógrafo de su ídolo, y rompió a llorar, cuenta en Por qué escribir. Con el disgusto encima, se juró que siempre llevaría un lápiz consigo. En una entrevista dijo que si lo portas, «un día acabarás usándolo», y añadió que era «una parábola de cómo llegué a ser escritor». También contaba otro hecho que le llevó por el camino de las letras. Cuando tenía 14 años vio cómo un chico que iba delante de él murió fulminado por un rayo. «Esto cambió mi vida por completo», dijo. «Fue mi primera gran lección sobre lo caprichosa que es la vida, lo inestable que es todo, lo rápido que pueden cambiar las cosas. De un parpadeo a otro, el mundo es completamente distinto». El premio Príncipe de Asturias destacó que «esa idea está en la base de todo lo que he escrito».

Decía que la muerte es parte de la vida, «desde el principio» y a él le golpeó brutalmente en el 2022. En abril, su hijo Daniel fue detenido y acusado de homicidio involuntario tras la muerte de su hija de 10 meses por intoxicación por fentanilo y heroína. Él murió diez días después de una sobredosis de heroína. «La vida es maravillosa y horrible al mismo tiempo, y mi tarea es capturar esos momentos», aseguraba.

Auster era un ciudadano comprometido, muy crítico con Donald Trump: «Es un maníaco psicópata, incapaz de leer un libro, solo le pueden dar informes de una página», afirmaba a La Voz. Calificaba su elección como presidente de Estados Unidos como «desastre nacional de enormes proporciones» y añadía que era «una amenaza no solo para Estados Unidos, sino para el mundo». En Un país bañado en sangre, firmado a medias con su yerno, Spencer Ostrander, que fotografió por todo el país lugares donde había habido tiroteos masivos, Auster revelaba que su abuela asesinó a su marido con una pistola y cómo ese episodio trágico influyó en las siguientes generaciones. Su padre, que era un niño, se replegó sobre sí mismo y se convirtió en una persona con la que era muy difícil convivir, lo que marcó al autor de La invención de la soledad. «Toda vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado», se lee en La habitación cerrada. Auster se esforzó toda su vida en contar historias, indagar sobre la identidad, la soledad, lo inesperado, el amor, la amistad, la fragilidad de la vida, la muerte, el peso de la familia y el aprendizaje a vivir con la ambigüedad.